Göbekli Tepe, el nacimiento de la religión y mucho más

Creíamos que la agricultura había dado origen a las ciudades y, más adelante, a la escritura, el arte y la religión.

Ahora, el templo más antiguo del mundo sugiere que la conciencia de lo sagrado pudo encender la chispa de la civilización.

Por Guillermo Caso de los Cobos.

Cada cierto tiempo, en lo alto de una colina remota del sur de turquía, se escenifica el despertar de la civilización.

 

Los actores son legiones de turistas, por lo general turcos, a veces europeos, llegados en autocares blancos con aire acondicionado y televisión, que suben dando tumbos por el firme irregular de la sinuosa carretera y aparcan ante el portal de piedra como acorazados en un puerto.

Los visitantes se apean, con sus botellines de agua y sus reproductores de música, y los guías les gritan instrucciones y explicaciones. Sin prestarles atención, los turistas suben la cuesta.

Cuando llegan a la cima, se quedan mudos de asombro.

Tienen ante sí decenas de enormes columnas de piedra dispuestas en una serie de círculos, apiladas unas encima de otras.

El lugar, llamado Göbekli Tepe, recuerda vagamente Stonehenge, pero es mucho más antiguo y no está hecho de toscos bloques sino de pilares de piedra caliza finamente tallados y adornados con bajorrelieves de animales: un desfile de gacelas, serpientes, zorros, escorpiones y feroces jabalíes.

El conjunto fue construido hace unos 11.600 años, siete milenios antes que la Gran Pirámide de Keops (según la cronología oficial), y contiene el templo más antiguo conocido hasta ahora.

De hecho, Göbekli Tepe es el ejemplo más antiguo conocido de arquitectura monumental, la primera estructura levantada por el ser humano con una envergadura y complejidad mayores que las de una choza.

Hasta donde alcanzan nuestros conocimientos, cuando se erigieron esas columnas no había en el mundo ninguna otra construcción de tamaño comparable.

Cuando se edificó Göbekli Tepe, gran parte de la humanidad estaba organizada en pequeñas bandas nómadas que vivían de la recolección de plantas y de la caza de animales salvajes.

Para construir el templo, probablemente fue necesario reunir en un solo lugar más personas de las que jamás se habían reunido hasta entonces.

Asombrosamente, los constructores lograron extraer, tallar y transportar piedras de 16 toneladas a lo largo de cientos de metros, aunque no conocían la rueda ni disponían de animales de carga.

Los peregrinos que acudían a Göbekli Tepe vivían en un mundo sin escritura, ni metales ni cerámica.

A aquellos que se acercaron al templo subiendo la pendiente, los pilares debieron de parecerles gigantes petrificados, cubiertos de animales esculpidos que temblaban a la luz de las llamas, emisarios de un mundo espiritual que la mente humana apenas comenzaba a vislumbrar.

Los arqueólogos todavía están excavando en Göbekli Tepe y aún no se han puesto de acuerdo respecto a su significado.

Pero lo que sí saben es que el yacimiento es el más notable de una serie de hallazgos inesperados que han cuestionado anteriores ideas sobre el pasado remoto de nuestra especie.

Hace apenas 20 años la mayoría de los investigadores creía conocer el momento, el lugar y la secuencia aproximada de la revolución neolítica. La crucial transición que condujo al nacimiento de la agricultura, determinante para que Homo sapiens dejara atrás los grupos dispersos de cazadores-recolectores para empezar a formar poblados agrícolas. Y, a partir de ahí, sociedades tecnológicamente avanzadas con grandes templos, torres, reyes y sacerdotes que regían el trabajo de sus súbditos y registraban sus hazañas por escrito. Pero en los últimos años, nuevos descubrimientos, entre los que destaca Göbekli Tepe, han obligado a los arqueólogos a replantearse sus puntos de vista.

Fuente: terraeantoqvuae.com

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