¿Quién dijo que los Papas solo rezaban el rosario y dictaban encíclicas? Porque si tú también pensabas que todos los sucesores de San Pedro eran santos varones ajenos a los misterios ocultos del universo, te tengo una noticia: algunos de ellos se interesaron por saberes mucho más terrenales… o quizá demasiado celestiales. Bienvenido al lado oculto del trono de San Pedro. Aquí no hay palomas ni ángeles, sino alquimia, astrología, grimorios, experimentos con azufre, mercurio y sal.
Y no, no estamos hablando de teorías conspirativas sin base. Vamos a pasearnos por archivos, documentos y pistas que nos llevarán al corazón del Vaticano, pero también a sus rincones más oscuros. Porque sí: hubo un Papa que se codeó con alquimistas, y no fue el único con una querencia por el conocimiento prohibido.
Prepárate para descubrir lo que nunca te contaron en catequesis.
El esoterismo y la Iglesia: ¿enemigos o amantes secretos?
Desde fuera, la Iglesia siempre ha combatido las prácticas esotéricas: brujería, magia, adivinación, alquimia, astrología… Todo eso pertenece, dicen ellos, al demonio. Pero, curiosamente, los textos esotéricos más antiguos sobrevivieron gracias a bibliotecas eclesiásticas. ¿Contradicción? No tanto. En realidad, lo que la Iglesia siempre ha hecho es controlar el acceso al conocimiento oculto. Prohibirlo para el vulgo, conservarlo para la élite. Una jugada maestra.
Y es aquí donde entra nuestro protagonista: Juan XXII.
Juan XXII: El Papa que no era tan “santo”
Nombre real: Jacques Duèze
Papado: 1316 – 1334
Origen: Francia
Contexto: Papado de Aviñón, una etapa en la que los Papas no estaban en Roma, sino en Francia, bajo la influencia directa de los reyes franceses.
¿Y qué hacía este Papa cuando no estaba resolviendo disputas políticas? Pues entre otras cosas, se relacionaba con alquimistas. Sí, alquimistas de verdad, de los que buscaban la piedra filosofal, la transmutación de los metales y el elixir de la vida eterna.
Y no solo eso: se dice que él mismo practicaba alquimia.
¿Una acusación sin fundamento o una verdad oculta?
Documentos de la época nos dicen que Juan XXII se rodeaba de hombres como Arnaldo de Vilanova, Raimundo Lulio (que pese a ser posterior, influenció ese entorno) y otros sabios que mezclaban saberes alquímicos con mística cristiana. Se conservan cartas papales en las que Juan XXII habla de la “gran obra” y de la necesidad de “desentrañar los misterios del alma y de la materia”.
Pero lo más escandaloso fue esto: en 1317, promulgó una bula papal llamada “Spondent quas non exhibent”. ¿Y qué decía? Que quienes prometieran fabricar oro por medios alquímicos sin cumplirlo serían castigados. Suena a prohibición… pero en realidad fue una manera sutil de legalizar la alquimia siempre que tuviera resultados. En resumen: si sabías convertir plomo en oro, eras bienvenido. Si no, eras un charlatán.
¿No te suena a eso de “haz milagros, pero que se noten”?
¿Por qué un Papa se interesaría por la alquimia?
Porque la alquimia no era solo una práctica esotérica: era también una metáfora del alma. Transmutar el plomo en oro significaba transformar al hombre pecador en un ser iluminado. Y esto casaba perfectamente con la idea cristiana de redención.
Además, no nos engañemos: el oro era poder. Y el poder, en tiempos de guerras, pestes y cruzadas, era algo que escaseaba. Si un Papa podía patrocinar a un alquimista que le llenara las arcas sin impuestos… ¿por qué no hacerlo?
Otros Papas con inclinaciones esotéricas
Juan XXII no fue el único. Vamos con un par de ejemplos jugosos:
Silvestre II (Gerberto de Aurillac) – El Papa del “pacto con el diablo”
Papa en el año 999 (sí, justo antes del primer milenio). Fue astrónomo, matemático, mecánico, y acusado de pactar con el demonio para obtener conocimientos prohibidos.
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Se dice que fabricó una cabeza parlante (autómata) que respondía preguntas.
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Introdujo el sistema decimal y los números árabes en Europa.
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Su tumba, según leyenda, “suda” antes de la muerte de un Papa.
El conocimiento, en su tiempo, era sospechoso. Y él sabía demasiado.
Benedicto IX – El Papa hedonista
Fue Papa tres veces y vendió el papado como si fuera una propiedad. Pero lo que nos interesa aquí es que participaba en rituales mágicos, orgías ocultistas y celebraciones que más parecían de una logia que de una misa.
¿Exageración de sus enemigos? Quizá. Pero la Iglesia terminó por borrar casi todo lo relacionado con él de sus registros públicos. Sospechoso, ¿verdad?
El Vaticano y sus secretos esotéricos
El Vaticano conserva una de las bibliotecas más misteriosas del mundo: el Archivo Secreto Vaticano (ahora llamado con menos dramatismo “Archivo Apostólico Vaticano”). Allí hay más de 85 kilómetros de estanterías. ¿Qué hay dentro?
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Grimorios antiguos.
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Textos de Galileo.
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Cartas de alquimistas a los Papas.
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Traducciones de textos herméticos.
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Estudios sobre astrología realizados por encargo papal.
Lo más inquietante es que muchas de estas obras no están accesibles al público. Solo un puñado de investigadores con permiso especial puede consultarlas. ¿Por qué tanto misterio?
La relación entre la Iglesia y la astrología
Aunque parezca increíble, hasta el siglo XVII muchos cardenales creían en la influencia de los astros. Se contrataban astrólogos para predecir el momento idóneo de elegir un Papa, para decidir si una campaña militar sería favorable, o incluso para predecir el día de la muerte de un pontífice.
Hasta el mismísimo Papa Julio II tenía astrólogo personal.
Con el tiempo, el racionalismo lo fue borrando del discurso oficial… pero los astros siguen teniendo un hueco entre los mármoles del Vaticano. Nadie lo admite públicamente, pero muchos lo practican en privado.
¿Y hoy? ¿Sigue vivo el interés por lo oculto en el Vaticano?
Muchos afirman que sí. Hay informes no confirmados sobre:
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Círculos discretos dentro del Vaticano que estudian cábala, alquimia y otras doctrinas esotéricas.
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Interés creciente por textos gnósticos, como el Evangelio de Tomás, que habla de una iluminación interna más que de dogmas.
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Simbolismo esotérico oculto en la arquitectura vaticana y en la disposición de plazas, obeliscos y fuentes.
¿Es una obsesión por el conocimiento? ¿Una lucha entre el dogma y la sabiduría ancestral? ¿O simplemente una forma de mantener el poder desde todos los frentes?
¿Por qué no te contaron esto?
Porque la Iglesia necesita una imagen de pureza, de guía moral, de inmaculada blancura. Reconocer que algunos de sus líderes practicaron alquimia, astrología o participaron en rituales sería dinamitar su autoridad.
Pero la historia no se borra. Se esconde. Se “secuestra”. Y en esta web estamos para liberarla.
Conclusión: ¿Sabiduría divina o poder disfrazado?
El Papa Juan XXII fue un ejemplo de cómo lo esotérico y lo institucional pueden convivir… en secreto. No fue el único. Y si escarbamos un poco más, descubriremos que la historia del papado es tan espiritual como esotérica, tan divina como humana, tan celestial como terrenal.
Quizá eso explique por qué siguen teniendo tanto poder. Porque no han jugado solo con la fe… sino también con el conocimiento oculto.